¿Hemos entendido mal las cosas?
Estamos haciendo difícil lo que debería ser fácil.
Tenemos a nuestra disposición mucha tecnología para facilitarnos la vida.
Al alcance de nuestra mano tenemos la posibilidad de hacer tareas muy sencillas que antes nos costarían muchísimo más.
Y en lugar de sentirnos más liberados y con más tiempo, ocurre todo lo contrario.
El tiempo que nos ha podido dejar libre la tecnología lo hemos ocupado con más trabajo o con cosas estúpidas que nos generan ansiedad.
«Como esto lo puedo hacer más fácil y más rápido, pues voy a hacer más».
«Como tengo este espacio de tiempo, voy a emplearlo en las redes sociales».
Y con todas las herramientas a nuestro alcance hemos conseguido que ni siquiera nos dé tiempo de prepararnos una buena comida a diario o sentarnos a disfrutar de ella con tranquilidad.
Que no podamos concentrarnos en leer un libro o ver una película.
Que ir a dar un paseo sea un lujo de fin de semana y con suerte.
Que tener una charla sin interrupciones sea ciencia ficción.
Siempre hay algo urgente, algo que atender, algo que nos distrae, algo a lo que prestar atención…
Velocidad.
FOMO.
Ansiedad.
Pero no pasa nada, porque tenemos un trabajo que nos permite gastarnos unos euros para intentar aliviar todo el malestar que nos produce.
Gastar en nuestro bienestar es tendencia.
«Invierte en ti», te dicen.
Pero sobre todo, produce, gana y gasta.
Trabaja y vete a yoga.
Produce y vete a terapia.
Alimenta al sistema y date un masaje relax o vete a un spa el sábado.
Permanece siempre disponible y tómate un ansiolítico.
No te pares a pensar cual es la razón de que tengas que hacerlo.
No te permitas frenar ni un momento porque te quedas fuera.
No sé a ti, pero a mi esto no me convence.
¿Qué pasa si frenamos?
¿Qué pasaría si te permitieras ir más despacio y alejarte del ruido?
Piénsalo.